Hoy escribo la última entrada a este blog que aunque ha sido trabajoso ha supuesto un gran vehículo para conocer a los nuevos compañeros con los que hemos coincidido y una forma distinta para tratar algunos aspectos educativos.
Dejando las despedidas que no se me suelen dar bien, la última entrada trata sobre una escuela en 2030. Si viviera en ese año no creo que la educación haya cambiado tanto, supongo que los aparatos electrónicos nos habrán invadido, todavía más, durante nuestro día a día al más puro estilo de lo que cantaba en los 80 Alaska y los Pegamoides, eso de la rebelión de los electrodomésticos.
Probablemente también la educación a distancia se habrá impuesto incluso en los institutos y algunas asignaturas habrán alcanzado la reclusión y rechazo del que se ha venido haciendo gala desde hace muchos años (sobre todo las Humanidades, para mi desgracia). Supongo que la educación en 2030 se habrá convertido en un mundo enfocado al trabajo, el aprender a hacer habrá tomado el "poder" y con ello y con la supuesta "innovación" una vuelta a las pedagogías marxistas. Ojalá este vaticinio tan horrible nunca se llegue a cumplir y la educación en 2030 sea mucho más inclusiva y en la que se dé mayor importancia a las Humanidades, que el alumnado sea mucho más crítico y culto. Ojalá al docente se le mire con el valor que tiene, que el alumnado verdaderamente valore este gran derecho que tenemos como lo es la educación, ojalá la gente en 2030 sepa beber de todo el conocimiento que nos da la vida, las relaciones entre los iguales y entre los desiguales, que lean y beban de ese conocimiento, ojalá miren 14 años atrás y digan que bien vivimos y miren adelante para vivir mejor.
Supongo que si en una escuela como la que estoy vaticinando se cumple cuando miren 14 años atrás, lo harán con la clásica mirada de ternura y condescendencia con la que solemos observar (también en la actualidad) a nuestro pasado más próximo, una ventaja que nos da el saber que ha pasado después de nuestras acciones. Creo que en 2030 verán una cantidad de inutilidades en la educación, los másteres absurdos y los altos egos que se tenían en un determinado momento por una titulitis absurda que hacía que acumularan másteres y doctorados para acabar teniendo un trabajo mediocre con un sueldo mediocre y sin apenas relación con nuestras expectativas.
Probablemente en 2030 se reirán de nuestras expresiones y referentes por los que se movía una gran parte de la población algo que cada vez ocurre con mayor frecuencia. Una educación obsoleta y parca en las que por más esfuerzo e intentos de los docentes apenas se movía un ápice por progresar. Supongo que el progreso que nosotros entendemos en 2019 no se parezca en nada al que creeremos llegar ni mucho menos.
Comentarios
Publicar un comentario